Me sumergí en el mundo de Henenlotter apenas hace unos días y tengo los sentimientos encontrados después de ver algunas de sus primeras películas. Aunque no tiene tantas películas en comparación con otros cineastas, basta decir que sus películas son medianamente aceptable dentro del género en el que se desarrollaron.
Frank, ¿dónde estás hermano?
Esta primera parte de la trilogía nos brinda una película ligera, aceptable en escenas de sangre dentro de los parámetros ‘digeribles’ del Horror -mis parámetros jojo-, la historia es tan sencilla como saber que uno más uno es igual a dos. Lo cool de Basket Case es que son películas relativamente cortas (90 minutos) y que mantiene un buen nivel de entretenimiento. Se mantiene en la línea de lo absurdo, horror, comedia y una pizca de Stop Motion como efectos especiales para movilizar y darle vida al deforme hermano que lleva Duane en una canasta.
Esta parte es muy importante y creo es lo más rescatable de esta película: esas personas que son raras, que son feas, que no cumplen con los estandares de la belleza y que tienen que vivir marginados durante el transcurso de su vida debido a lo grotesco y aberrante que puede parecer ante los ojos de los demás. Pero, ¿qué pasaría si las cosas fuesen contrarias y en este mundo el concepto de bello radicara en lo feo y los bellos fueran feos? ¿quién sería el raro o el ‘freak’ ante la sociedad? Esta disyuntiva absurda y cómica es la que plantea Henenlotter en esta secuela de Basket Case.
Otro punto que se puede rescatar de esta segunda parte es el respeto o consideración que muestra Henenlotter con su propio trabajo, es decir, mantiene una congruencia entre los hechos de la primera parte y la segunda a pesar de casi diez años de diferencia en que se produjo cada una. Basket Case 2 inicia con el final de la primera parte y reinicia con este mejoramiento de los efectos especiales para darle vida al hermano malvado de Duane -protagonista- y Duane es el mismo actor de la primera película.
Sin embargo, Henenlotter se pierde en la historia de su propia película y pareciera que deja a un lado la historia de los hermanos y se enfoca más a recrear otros personajes, quizás para darle un poco más de solidez a la historia. Basta decir que los personajes lejos de causar shock u horror, generan risa porque sencillamente son cómicos, pero no tanto como aquellos personajes que aparecen en ‘Freaks’ (1932) y que obviamente es -o fue- una notoria influencia para que Henenlotter pudiera desarrollar la segunda parte de Basket Case.
Un aspecto que rige desde la primera parte de Basket Case es la perseverancia por lograr la individualidad. Básicamente, la primera parte radica en que Duane -el hermano normal- quiere hacer su vida sin su hermano porque éste comienza a significar un estorbo para él. En la segunda parte, se repite este aspecto y es lo que rige la historia, Duane conoce a una mujer que lo comprende y por fin el hermano de Duane conoce a una ‘cosa’ que es similar a él y se enamoran. Pareciera que el amor brinda una solución y quizás un final feliz a la película…¿podría ser?
Después de que Basket Case 2 terminase con una escena candente entre Belial -el hermano deforme- y su novia y simultáneamente Duane se entera de que la chica de la cual se enamoró llevaba seis años embarazada de algo parecido a un famoso personaje que hiciera famoso Ridley Scott en los ochentas. Por segunda vez, Basket Case finaliza con una escena trágica y en 1992 de nuevo Henenlotter realiza, dirige, y hasta escribe la última parte de la trilogía. Basket Case: The Progeny supera a la segunda parte pero no a la primera. Sin embargo -y aunque no supere a la primera parte del todo- esta última parte tiene como aspecto rescatable lo ‘gore’, lo cómico es más experimentable que en la segunda parte y los efectos de las escenas gore están mejorados.
¿Qué tiene de nuevo la tercera parte? Pues obviamente y como el título lo dice, en esta última parte podremos encontrar a la prole de Belial y a otros freaks que se integran a la comunidad que en conjunto luchan por defender su apariencia y ya no ser marginados por los demás. Al parecer esta es la filosofía que maneja Henenlotter en la segunda y tercera parte de esta saga que consiste en hacer sentir a aquellas personas que son diferentes a los demás por diferentes causas (físicas, mentales, etc.) y que éstas puedan integrarse a una sociedad donde puedan sentirse aceptados por los demás. En esta última parte de Basket Case, Henenlotter aterriza un poco más esta situación de aquellas personas que son discriminadas por su apariencia pero de una manera cómica y le da la oportunidad al espectador de analizar aquellas situaciones en que existe el prejuicio o la discriminación -aunque sea de manera bizarra.
En resumen, la trilogía de Basket Case está dirigida para aquel público que disfruta del cine por el simple hecho de disfrutarlo. Es importante recalcar que es un film de serie B y que obviamente no tiene una dirección magistral ni mucho menos pondrá en dilemas existenciales al espectador. Si tuviera que recomendar esta trilogía lo haría con reservas y sólo la primera parte.
Frank, ¿dónde estás hermano?
A comienzos de los ochentas, Frank Henenlotter dirigió la primera parte de la trilogía ‘Basket Case’. Siempre he pensado que las primeras partes son siempre las mejores porque se puede percibir la verdadera esencia del trabajo. Las ideas de todo un grupo de personas que trabajan para entregar un producto fílmico siempre entregará el mejor la primera vez porque es ahí donde radica las verdaderas intenciones de un director, un actor, productor u otros. Las segundas, terceras, cuartas y hasta más de quintas partes siempre serán algo que no se podrá comparar con el primer trabajo que las precede. La primera parte de Basket Case es un trabajo pulcro dentro de lo bizarro, un trabajo bien hecho dentro de lo malintencionado o quizás producto de la experimentación de un director que sólo quería plasmar sus percepciones sobre la historia de dos hermanos siámeses que viven toda su vida bajo circunstancias trágicas.
Esta primera parte de la trilogía nos brinda una película ligera, aceptable en escenas de sangre dentro de los parámetros ‘digeribles’ del Horror -mis parámetros jojo-, la historia es tan sencilla como saber que uno más uno es igual a dos. Lo cool de Basket Case es que son películas relativamente cortas (90 minutos) y que mantiene un buen nivel de entretenimiento. Se mantiene en la línea de lo absurdo, horror, comedia y una pizca de Stop Motion como efectos especiales para movilizar y darle vida al deforme hermano que lleva Duane en una canasta.
Ocho años después Henenlotter decide darle continuidad a esta trilogía pero ya no con el mismo entusiasmo que caracteriza a la primera parte. Aunque los efectos especiales y maquillaje están mejorados, la película es aburrida de principio a fin y no puede atraparte en ningún momento. En esta segunda parte, Henenlotter resalta e integra a otros personajes que pasan por la misma situación trágica de vivir siempre bajo la burla de los demás porque simplemente no encajan en lo ‘normal’ de la sociedad.¿Qué trágico sería nacer con un hermano deforme a un costado del cuerpo y llevarlo contigo a todos lados? ¿Y si un día te separan de él y ahora tienes que llevarlo contigo a todas partes en una canasta?
Esta parte es muy importante y creo es lo más rescatable de esta película: esas personas que son raras, que son feas, que no cumplen con los estandares de la belleza y que tienen que vivir marginados durante el transcurso de su vida debido a lo grotesco y aberrante que puede parecer ante los ojos de los demás. Pero, ¿qué pasaría si las cosas fuesen contrarias y en este mundo el concepto de bello radicara en lo feo y los bellos fueran feos? ¿quién sería el raro o el ‘freak’ ante la sociedad? Esta disyuntiva absurda y cómica es la que plantea Henenlotter en esta secuela de Basket Case.
Otro punto que se puede rescatar de esta segunda parte es el respeto o consideración que muestra Henenlotter con su propio trabajo, es decir, mantiene una congruencia entre los hechos de la primera parte y la segunda a pesar de casi diez años de diferencia en que se produjo cada una. Basket Case 2 inicia con el final de la primera parte y reinicia con este mejoramiento de los efectos especiales para darle vida al hermano malvado de Duane -protagonista- y Duane es el mismo actor de la primera película.
Sin embargo, Henenlotter se pierde en la historia de su propia película y pareciera que deja a un lado la historia de los hermanos y se enfoca más a recrear otros personajes, quizás para darle un poco más de solidez a la historia. Basta decir que los personajes lejos de causar shock u horror, generan risa porque sencillamente son cómicos, pero no tanto como aquellos personajes que aparecen en ‘Freaks’ (1932) y que obviamente es -o fue- una notoria influencia para que Henenlotter pudiera desarrollar la segunda parte de Basket Case.
Un aspecto que rige desde la primera parte de Basket Case es la perseverancia por lograr la individualidad. Básicamente, la primera parte radica en que Duane -el hermano normal- quiere hacer su vida sin su hermano porque éste comienza a significar un estorbo para él. En la segunda parte, se repite este aspecto y es lo que rige la historia, Duane conoce a una mujer que lo comprende y por fin el hermano de Duane conoce a una ‘cosa’ que es similar a él y se enamoran. Pareciera que el amor brinda una solución y quizás un final feliz a la película…¿podría ser?
Después de que Basket Case 2 terminase con una escena candente entre Belial -el hermano deforme- y su novia y simultáneamente Duane se entera de que la chica de la cual se enamoró llevaba seis años embarazada de algo parecido a un famoso personaje que hiciera famoso Ridley Scott en los ochentas. Por segunda vez, Basket Case finaliza con una escena trágica y en 1992 de nuevo Henenlotter realiza, dirige, y hasta escribe la última parte de la trilogía. Basket Case: The Progeny supera a la segunda parte pero no a la primera. Sin embargo -y aunque no supere a la primera parte del todo- esta última parte tiene como aspecto rescatable lo ‘gore’, lo cómico es más experimentable que en la segunda parte y los efectos de las escenas gore están mejorados.
¿Qué tiene de nuevo la tercera parte? Pues obviamente y como el título lo dice, en esta última parte podremos encontrar a la prole de Belial y a otros freaks que se integran a la comunidad que en conjunto luchan por defender su apariencia y ya no ser marginados por los demás. Al parecer esta es la filosofía que maneja Henenlotter en la segunda y tercera parte de esta saga que consiste en hacer sentir a aquellas personas que son diferentes a los demás por diferentes causas (físicas, mentales, etc.) y que éstas puedan integrarse a una sociedad donde puedan sentirse aceptados por los demás. En esta última parte de Basket Case, Henenlotter aterriza un poco más esta situación de aquellas personas que son discriminadas por su apariencia pero de una manera cómica y le da la oportunidad al espectador de analizar aquellas situaciones en que existe el prejuicio o la discriminación -aunque sea de manera bizarra.
En resumen, la trilogía de Basket Case está dirigida para aquel público que disfruta del cine por el simple hecho de disfrutarlo. Es importante recalcar que es un film de serie B y que obviamente no tiene una dirección magistral ni mucho menos pondrá en dilemas existenciales al espectador. Si tuviera que recomendar esta trilogía lo haría con reservas y sólo la primera parte.
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